Mi Baja de Paternidad

Este Diciembre, oficialmente empece mi periodo “largo” de baja de paternidad (aprox. 14 semanas, incluyendo mis vacaciones).

Para un mexicano acostumbrado a una cultura dónde (generalmente) el hombre provee y la mujer cuida, esto puede ser bastante extraño. De hecho, fue tema de conversación recurrente con amigos, quienes tenían diferentes perspectivas sobre ello, algunas menos halagadoras que otras. No están solos, incluso en países desarrollados, hay quienes dicen que la baja de paternidad “is for losers”.

Siendo mi primera vez, yo entre a esto con una mente abierta. ¿Será una pérdida de tiempo y en realidad motivado por el deseo de no trabajar? ¿Hay mejores formas de hacerlo, como Alemania que permite distribuir las semanas entre la pareja? ¿O es un derecho fundamental que todos en el mundo deberían tener?

Después de vivirlo personalmente, tengo algunas ideas más formadas.

Pero antes de empezar, una aclaración: esta es mi experiencia particular. No soy experto en educación, relaciones familiares ni estimulación temprana. No sé nada. Y aunque parezca que estoy “vendiendo” nuestro estilo de paternidad (porque todos los padres creen que tienen “la razón”), esto obviamente solo aplica a nuestra familia. Hay muchas de formas de organizar el hogar, con diferentes escalas de valores, que sería imposible decir que yo tengo la razón. Algunos seguirán criticando. C’est la vie.


Primera lección: la baja de paternidad no son vacaciones

Creo que esto no es controversial con los padres. Cuidar a un ser humano es un trabajo de tiempo completo para el cuál simplemente no estamos hechos para hacerlo solos. En alguno de los tantos libros de paternidad que he leído durante los cortos tiempos que tuve, explicaba que los primeros humanos criaban hijos en aldeas. Las manos de las tías, tios, sobrinos, hermanos, abuelos eran necesarias. Todos “le entraban”. Esto tiene sentido: si las primeras semanas la bebé se despierta cada 4 horas, la mamá perfectamente puede “dormir mientras el bebé duerme” y todos los demás ayudan con comida o cargando a la bebé. En el mundo moderno, toda la aldea se reduce a dos personas (o en el mejor de los casos, 3 o 4 con los abuelos).

Como muchos otros padres primerizos, yo cometí el error de pensar que podría “aprender algo nuevo” mientras cuidaba a Elena (quería aprender Javascript - LOL). Pronto me dí cuenta que a pesar de terminar agotado, además tienes un peso mental enorme, porque terminas los días con la sensación de que no “hiciste” nada.

Las vacaciones implican un descanso físico (despertarte a la hora que quieras), psicológico (no preocuparte) y emocional (ver algo nuevo o diferente a lo que ves diariamente). Despertando a horas dictadas por la necesidad de un bebé, preocuparte por cada estornudo y hacer siempre lo mismo (mientras que las “sorpresas” no son gratas) definitivamente no califica como vacaciones.

Deberíamos usar la baja de paternidad como un antídoto a los divorcios

En nuestro caso, tomamos la mayoría de nuestras bajas de forma “escalonada”. Mientras yo regrese al trabajo a las 6 semanas del parto, Caty pudo tomar 8 meses seguidos. Justo después, yo me tome el restante, para que ella pueda regresar a trabajar. Cada familia tiene sus gustos y prioridades, pero para nosotros, la carrera profesional de Caty era importante. Para los dos, trabajar nos da mucha energía y motivación personal a pesar de que a veces sea demandante en horas y estrés ( mis amigos mexicanos se sorprenderán que no todo trabajo es “por necesidad” financiera).

Esto hace por un buen experimento: es raro que en nuestra cultura el papa este cuatro meses de “cuidador” mientras que la mujer sale de la casa por la chuleta (aunque en este caso salió muy poco gracias al trabajo remoto). Al pasar las semanas, pudimos constatar como nos transformabamos en lo que nos quejamos del otro cuando los roles están volteados.

Por ejemplo, durante los primeros meses de Elena (que yo trabajaba y Caty cuidaba), veía como se desvelaba pero igual se despertaba y arregalaba para ir a tomar un café o comer con sus amigas. Yo le decía, “si estas tan cansada, porque no te quedas en casa?”. Cuando los roles se cambiaron, entendí perfectamente. Cuidar a un bebé puede ser muy solitario y aburrido. Es necesario, por mera salud mental, salirte de la casa y hacer algo diferente, aunque estés al borde del colapso físico.

Por otro lado, si yo trabajaba pasadas las 6 PM, Caty iniciaba una presión sutil pero efectiva, para que me desconecte y ayude con Elena. Cuando los roles se cambiaron, ella entendio mejor el predicamento en el que estaba y están todos los padres trabajadores. Es un constante acto de balanceo entre las demandas del trabajo y la casa. Debes aprender (o forzarte) a priorizar, manejar expectativas y ser eficiente de una forma mucho más extrema que cuando no había bebé en la casa. Yo también entendí su punto de vista mejor: está cabron cuidar a la casa y la bebé todo el día, y lo mínimo que pides es ayuda a partir de una hora razonable.

Al final, creo que esto nos unió mucho más porque nos obligó a ponernos en los zapatos de la otra persona. Por más que te explique lo que siente tu pareja, vivirlo te abre los ojos.

Tercera lección: La baja de paternidad crea papas adictos a estar “presentes”

Es difícil tener un bebe, pero las dificultades son diferentes para papa y mamá. Si la mama da leche materna, empieza desde las primeras semanas a crear un vínculo con el bebe. Poco a poco, se empiezan a acostumbrar a sus formas de hacer las cosas. Antes de mi baja, era muy común que solo Caty sabía como cambiar o dormir a Elena y ella se sintiera “rara” conmigo.

Todo esto ha dado un giro de 180 grados, porque la baja de paternidad me obligó a formar mis propios vínculos con mi bebe. Yo no soy el hombre más paciente o niñero del mundo (todo lo contrario), pero si no tienes opción más que dormir o cambiar a la bebe, encuentras que poco a poco ella se empieza a acostumbrar a ti y tu a ella. Te empiezas a “entender”.

Hace poco, salí de la casa en la tarde. Esperaba llegar a que Elena ya estuviera dormida, pero seguía despierta y llorando, porque el ritual “raro” que tengo con ella no se había seguido al pie de la letra (sí, los bebes son criaturas de hábito). Después de sobarla con mi brazo y tranquilizarla con mi voz, tal como le hice casi todos los días de la baja de paternidad, le tomo 2 minutos dormirse.

Aunque es una historia bonita, creo que lo más valioso no es este vinculo que tengo con Elena (en unos meses tal vez cambie toda su forma de dormir), sino que causó un pequeño cambio en mi forma de ver la paternidad. Te das cuenta que es posible crear un vínculo con tu bebe a pesar de que todos te dicen que la mama es la importante. Tienes menos escusa para delegar responsabilidad a mamá. Y te entra una pequeña adicción por querer hacer más. No es que me haya vuelto más niñero o paciente, sino que ahora me emociona imaginar que otra cosa vamos a compartir Elena y yo en un futuro. Sin haberme dado este tiempo largo durante la baja de paternidad (y la necesidad de hacerlo solo), probablemente seguiría siendo un “extraño” para Elena y pensaría que así es porque “no soy su mamá”.


Sé que somos muy afortunados de vivir en un país con baja de paternidad larga y de trabajar en empresas dónde nos apoyaron mucho y que fueron capaces de absorber nuestras bajas. La baja de paternidad es un sacrificio conjunto de toda la sociedad: la empresa que debe gestionar el trabajo que no para porque no estoy, el gobierno y los contribuyentes que lo pagan, y por supuesto la familia misma que vive este periodo intenso.

Pero, ya estando del otro lado, puedo decir con bastante certeza que es uno de los mecánismos más sólidos que tenemos como sociedad para asegurar la equidad de género y francamente para la continuación de la especie. No sé cuál es el mix óptimo de semanas, pago, reglas, etc que se deben adoptar (tendría que vivir todos los escenarios!) - pero a mis ojos los beneficios son tan evidentes para la sociedad que vale mucho la pena dejar de estigmatizar a la baja de paternidad como “vacaciones” o para “flojos”.