The Revenant (Review)

Es muy fácil cometer un error de juicio con The Revenant (el Renacido) de Alejandro González Iñarritu: se trata de un proyecto que causó mucho sufrimiento y en el cuál están los sueños y aspiraciones de al menos un par de importantes personas. Pero esto no es razón suficiente para ameritar un Oscar.


Contiene spoilers


Hagamos un ejercicio de imaginación: vamos a dos fábricas de coches. En la primera, observamos un proceso lento y tedioso en dónde miles de trabajadores atornillan cada pieza con sus propias manos. Es una fábrica del siglo pasado, dónde producen un auto con poca tecnología y diseño.

Vamos ahora a una fábrica de otro auto, en dónde las personas son escasas: los robots están, a precisos movimientos, atornillando, probando y produciendo. Este coche incorpora toda la tecnología, seguridad y diseño más actual.

Ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿El tedioso proceso de producción en el primer auto es suficiente para decir que se trata de un mejor coche? ¡Por supuesto que no!

Mejor es un termino relativo, y tal vez haya aquellos que prefieran ver a su chasis fallar, pero de manera general, es fácil decir que el valor o la calidad del producto no depende del esfuerzo que se emplea para hacerlo.

Esto tiende a suceder mucho con The Revenant.

Ya sabemos que lo filmaron en luz natural (a pesar de tener ridículamente poco tiempo para hacerlo). Ya sabemos que Leonardo DiCaprio sufrió como pocas veces de hambre, frio y disgusto. Ya sabemos que el equipo tuvo que viajar miles de kilómetros. ¿Eso, por si solo, amerita que sea considerado, como su par en cuatro ruedas, mejor que otras películas con procesos de producción más “normales”? Absolutamente no.

¿Qué culpa tiene el espectador de las chiflasones de Iñarritu?

Los primeros treinta minutos de la película son bastante buenos. La toma de la primera batalla, guiándonos en los ojos de mini-protagonistas funciona muy bien. Es dinámica y captura también la confusión y el terror que infligían los indios.

La aclamada escena de pleito uno-a-uno con un oso es desgarradora. El ritmo de la misma también bastante interesante: el oso parece más curioso que enojado en un principio. Huele y explora a nuestro heroe, se toma su tiempo. Regresa con sus hijos. Todo esto cambia con un disparo y el oso termina por caer dramáticamente encima de Leo. Parece broma, pero el oso si se merece un Oscar, tal vez el único que debería ganar esta película.

Ya finalizadas las introducciones, la película deambula entre clichés artísticos (¿enserio, escenas de sueños?), documental de naturaleza (que francamente, me impresiona más Planet Earth) y una extraña novela kitsch.

La realidad es que no se vendió muy bien el amor paternal de Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) porque estuvimos contemplando de más las escenas de árboles. Alejandro: ya entendimos que viajaron muy lejos, no es necesario recordarnos cada 10 minutos.

El ritmo de la película se vuelve cada vez más predecible: Glass encuentra un peligro, le sucede algo que afecta su salud al borde de la muerte, sobrevive.

La diferencia es que cada vez tenemos más tiempo sentados en el cine y empezamos a preguntarnos cuál es el punto de tanto sufrimiento. ¿Venganza? No me la creo.

El punto más bien es ver hasta que extremo nos pueden enseñar más sufrimiento y paisaje. Cuando Glass es perseguido por indios, que milagrosamente sobrevive miles de flechas y una caída espeluznante, a Iñarritu se le antoja enseñarlos lo que se puede hacer con el cuerpo de un caballo muerto. Estoy de acuerdo, se vale… Pero, ¿Esto en que afectó la historia?

Igual podría haber sido una flecha: Glass sufre, sueña (que por cierto nunca se preocupan por dar claridad sobre lo que significaban sus delirios) y sigue su camino.

Es cierto también que Leonardo DiCaprio hizo lo que pudo con una película sin trama (casi literalmente) y sin dialogo (literalmente), pero sería un deshonor a otros aplaudirle esta actuación. Si la estatuilla se la lleva, estaré tranquilo pensando que es por su trayectoria (bien merecida) más que por esta obra.

Finalmente, el cierre de la película llega. Como el inicio, por si solo el final también tiene méritos. Iñarritu logra hacer (medio) emocionante una persecución por la tundra y esto debe aplaudirse. Glass y los indios muestran un cambio de carácter.

Sin embargo, nos es difícil apreciarlo porque para entonces estas pensando en como acabar con esta tortura.